The Devil's Advocate (traducida en Hispanoamérica como El abogado del diablo y en España como Pactar con el diablo) es una película de terror sobrenatural estadounidense de 1997 dirigida por Taylor Hackford, escrita por Jonathan Lemkin y Tony Gilroy y protagonizada por Keanu Reeves, Al Pacino y Charlize Theron. Basada en la novela homónima de Andrew Neiderman de 1990, se trata de un joven abogado de Florida (Reeves), excepcionalmente exitoso, que se traslada a la ciudad de Nueva York para trabajar para una importante firma. A medida que su esposa (Theron) se ve atormentada por aterradores fenómenos visuales, el abogado poco a poco comienza a darse cuenta de que el dueño de la firma (Pacino) no es lo que parece ser.
Mientras el joven abogado defensor de Gainesville, Florida, Kevin Lomax, que nunca ha perdido un caso, defiende al maestro de escuela Lloyd Gettys contra un cargo de abuso sexual infantil, se da cuenta tardíamente de que su cliente es culpable y el reportero local Larry le advierte que un veredicto de culpabilidad es inevitable. Sin embargo, a través de un duro interrogatorio, Kevin destruye la credibilidad de la víctima y obtiene un veredicto de no culpable.
El abogado del diablo
Posteriormente, un representante de un bufete de abogados de la ciudad de Nueva York le ofrece a Kevin una gran suma de dinero para ayudar en la selección de un jurado. Después de que el jurado dicta un veredicto de no culpabilidad, el director de la firma, John Milton, le ofrece a Kevin un gran salario y un apartamento de lujo si se une a la compañía. Kevin acepta el trabajo y él y su esposa Mary Ann se mudan a Manhattan. Pronto pasará la mayor parte de su tiempo en el trabajo, dejando a Mary Ann sintiéndose aislada. La madre fundamentalista de Kevin, Alice, visita Nueva York y sugiere que ambos regresen a casa, pero Kevin se niega.
Eddie Barzoon, gerente de la empresa, está convencido de que Kevin está compitiendo por su trabajo cuando descubre que el nombre de Kevin está en los estatutos de la empresa. Sorprendido, Kevin niega tener conocimiento de esto y Eddie amenaza con informar a la oficina del Fiscal de los Estados Unidos sobre las actividades del bufete de abogados. Kevin le cuenta a Milton sobre las amenazas de Eddie, pero Milton las rechaza; Eddie es luego asesinado a golpes por vagabundos con apariencias demoníacas. Mary Ann es testigo de esto, molestándola aún más.
En Idealex nos pusimos nostálgicos, pero lo hacemos con intención. Desde hace algún tiempo nos hemos abocado a la tarea de saber cómo ven los otros a los abogados y las abogadas, y nos encontramos con reseñas trepidantes, infinitamente mejores que cualquier charla, curso o media training sobre marca personal que -de paso- tanto gustan a los periodistas.
El argumento, de acuerdo a distintas reseñas, es más o menos así: Un joven abogado de Florida (Reeves), exitoso, que nunca ha perdido un caso, Kevin Lomax, se traslada a la ciudad de Nueva York para trabajar en una una importante firma. A medida que su esposa (Charlize Theron) se ve atormentada por aterradoras visiones, el abogado comienza a darse cuenta de que el dueño de la firma (era que no, Al Pacino) es un personaje tan carismático, convincente, como despiadado y aterrador, es decir, el mismísimo Satanás.
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Y es precisamente eso lo que me ha impedido saber delegar, tener socios o pasantes. No tengo la confianza de que otro encuentre esa palabra que yo trato de encontrar. Quizá la encuentre con mayor facilidad que yo. Pero ése es mi temor. A veces los abogados pierden los asuntos porque los delegan y entonces le dicen a su cliente que el juez se vendió o que el asunto es político, cuando posiblemente el juez no se vendió, y aunque el asunto hubiese sido político se habría podido ganar de haberse encontrando esa palabra.
Primero, la novela Hombres de negro, de René Vigo, publicada en 1956, que leí de muy joven y me impresionó. Los protagonistas son precisamente abogados, esos hombres vestidos de negro porque acudían togados a las cortes europeas.
Y el tercer libro que recomiendo es La historia de mi vida, de Clarence Darrow, en el que éste, el más célebre abogado criminalista de la primera mitad del siglo XX en Estados Unidos, narra sus casos más relevantes.
Ahora es tu turno de ser el abogado del diablo. Recuerda, no es necesario que estés de acuerdo con lo que vas a defender. Si quieres puedes enviarme tu grabación para que forme parte de este ejercicio.
666: número de hombre, según dice el Apocalipsis de Juan. Lo que es acorde a lo aseverado por Al Pacino, en El abogado del diablo (1997), filme de Taylor Hackford, protagonizado por Keanu Reeves y el legendario actor estadounidense. La expresión que ocupa Milton, el personaje que interpreta Pacino como el diablo, es más precisa, ya que derechamente se reconoce como un humanista. Interesante declaración.
El abogado interpretado por Keanu Reeves, que en esta película lo gana todo en los juicios, no quiere perder, siente la presión de la posibilidad de perder. Tiene un bello apartamento, una bella esposa, un buen trabajo, tiene aspiraciones y metas. Tiene dinero. Mucho. Lo tiene todo en su momento. Pero no lo tiene todo: le falta paz y no aquella paz alusiva a la falta de problemas o cosas pendientes, no aquella que se sustenta en la ausencia de conflictos, esa paz solo se alcanza en el cementerio. Siempre hay algo por hacer, o como decía mi abuela: si no es pito, es flauta.
La maldad existe. Quizás por eso se necesita de abogados. Alguien que nos defienda. Al fin y al cabo, la maldad también es patrimonio de la humanidad. Algunos reparan sobre esto, que en el relato del Génesis el hombre y la mujer habrían sido creados al sexto día y que en el capítulo 6 del primer libro bíblico se registró cómo la maldad del hombre se había multiplicado. Es cierto, otros afirman que nos moviliza la narrativa, incluso las ficciones autoflagelantes.
En definitiva, se puede vivir sin creer en el diablo, pero no creer en los abogados puede ser un sacrilegio. Mediante la ley es posible abrir cerrojos. La ley es clara: Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
La defensa de Cancino a Cadena empezó con uno de sus trucos más conocidos. Para impedir la celebración de la audiencia, el cliente argumentó que padecía un vergonzoso malestar estomacal, mientras que el abogado aseguró que no podía llegar a la diligencia porque tenía que atender una emergencia odontológica. Cancino se precia de usar hasta la diarrea como herramienta jurídica.
Dentro de ese mismo caso Cancino alegó que la Fiscalía no le había hecho llegar unas fotocopias legibles de una parte del proceso, pero esperó meses antes de decirlo confiando en que el reloj del vencimiento de términos le ayudaría a sacar a su cliente de su cómoda detención domiciliaria. El abogado Cancino no solo las hace sino que las celebra en redes sociales. Cuando de manera breve logró la revocatoria de la detención domiciliaria de Cadena se grabó cantando la canción Libre de Nino Bravo.
La reina del chance, Enilce López, la Gata, consiguió irse a su casa tras ser condenada a 35 años de prisión. Cancino convenció a un juez de darle el beneficio argumentando razones de salud. Según su abogado, la Gata padecía 26 enfermedades distintas que aparentemente no podían ser diagnosticadas sino por sus médicos, ya que rechazaba los dictámenes de los especialistas del hospital de Soacha. La condenada asesina ha pagado la mayor parte de su pena en una clínica privada y en su casa. Pero sin lugar a dudas el cliente estrella de Iván Cancino ha sido Carlos Mattos. Una especie de tres en uno porque se ha beneficiado de pretendidas enfermedades, maniobras dilatorias y hasta de las explicaciones de su abogado cuando fue grabado evadido de la cárcel.
Iván Cancino es fundador del Colegio de Abogados Penalistas de Colombia, un relativamente nuevo organismo gremial que impulsa en el Congreso un proyecto de ley para aprobar un nuevo Código Disciplinario de los abogados litigantes, código que seguramente establecerá mayores niveles de tolerancia para estos golpes de astucia que han caracterizado la carrera de este defensor.
El abogado Jhasmani Torrico, conocido por extorsionar y torturar a personas para que honren sus deudas, salió de la cárcel San Sebastián y ahora goza de detención domiciliaria, por decisión del Juzgado de Sentencia Nº2 del municipio de Quillacollo (Cochabamba).
El abogado fue procesado y sentenciado en 2021 por el secuestro y las lesiones que le causó al mecánico Cuéllar. En enero de 2019, a través de una serie de videos, se conoció que Torrico torturaba a litigantes para resolver demandas de deudas.
El abogado del diablo cuenta además con recursos impersonales como pueden ser la falta de tiempo o la temible burocracia, atenuantes razonables, en honor a la verdad. También disponen de un generoso arsenal de excusas para reforzar su inmovilismo empedernido, pero la más socorrida de todas es el tiempo.
Kevin Lomax, es un brillante y joven abogado de Gainesville, Florida, quien nunca ha perdido un caso y lleva una vida apacible y feliz con su atractiva esposa, Mary Ann, hasta que recibe la visita de un abogado de Nueva York quien le pide asesoría en un caso a cargo de un poderoso bufete, interesado en contratarlo. La vida de Lomax da un giro impresionante: un lujoso departamento, un salario estratosférico y la confianza absoluta del dueño de la prestigiosa firma: John Milton, extravagante y carismático hombre de mundo que lo lleva a los abismos más insospechados.
No hay duda que una de las cifras más espeluznantes es el 666: el número de la Bestia anunciado por el Apocalipsis, considerado como uno de los pasajes más aterrorizantes de la literatura y donde se narra el advenimiento del Anticristo, un tema por excelencia en el subgénero del horror demoniaco y exorcismos. Así, El abogado del diablo (1997) de Taylor Hackford, emprende la difícil tarea de convencer al público de que el demonio se encuentra a la vuelta de la esquina, en los actos cotidianos, en un pequeño juzgado de Florida, o en una compañía trasnacional. Es decir el diablo, lejos de ser una criatura de los avernos, vive en la Tierra, convive con los humanos y sus tentaciones son tan sutiles como evidentes. 2ff7e9595c
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